
El tipo no descansa. Y menos si tiene a la vuelta (y no tanto) aguas heladas, en las que ha llevado adelante un montón de desafíos solidarios y participaciones mundialistas.
Ahora, al sanducero Sergio Bianchini se le ocurrió otra idea y es llevar la bandera uruguaya a Marruecos. El nadador competirá en el “Ice swim in Morocco, que se desarrollará “en el lago de Aguelmam Azegza, un lugar situado a más de 1.400 metros de altitud dentro del Atlas Medio, en la provincia de Khenifra”, dijo a Chicos las Pelotas.
Competirán 150 deportistas de 17 países, y Bianchini, radicado hace años en Suiza, no dudó en formar parte de la experiencia, pese a los problemas de salud que tuvo a finales del pasado año.
“Me la voy a jugar. Me voy mañana a Marruecos, el sábado me tiro al agua y debo confesar que no he nadado nada, porque estuve enfermo sobre fines del año pasado. Creo que he nadado tres veces desde enero, una locura”, dijo entre risas desde Europa. Pero igual, no anda con chiquitas: “yo quiero podio, me la voy a jugar igual”.
IISA Marruecos es la Asociación de aquel país que organizará la competencia, bajo las reglas de la Asociación Internacional de Aguas Heladas.
Bianchini viajará desde Ginebra junto a amigos de la selección de Suiza, para competir el sábado en los 100 y 250 metros libre el mismo día. “Va a estar frío, se espera que el agua tenga una temperatura de entre 4 y 6 grados”, dijo el sanducero, que no tiene ningún club y tampoco entrenador: lo guía el llevar la bandera de Uruguay a cada competencia.
“Entreno solo en el lago y piscina, sin importar el tiempo que haga. A fines de año pasado un virus me jugó una mala pasada y no entrené en aguas frías como me hubiera gustado, pero hay que dejarlo todo igual”, dijo.
Y ahí está Bianchini, preparando la valija. Encarando otra competencia internacional, llevando el nombre de nuestro país a lugares lejanos. Fue, como le gusta remarcar, el primer uruguayo en la historia de la natación celeste en competir en un Mundial de aguas heladas, en Francia 2023, y se despachó con una medalla de bronce. Al año siguiente, en Estonia, fue vicecampeón en los 200 metros, y bronce en los 50 y 100 metros, con el agua a apenas 1.6 grados.
Y ahora va por más, para concretar otra de sus locuras y un nuevo desafío personal.